22.9.10

Otra película sordomuda, hoy: Green Pedal


A alguien se le ocurre que va a alimentar la fagocitación eléctrica de su casa a partir de una bicicleta fija, de paso se ahorra el gimnasio. Pedalea cuatro horas al día, genera lo suficiente para dos lamparitas, las baterías de notebook y celular y la heladera. Un día invita a su vecino del tercero B a tomar unas birras y el Turco (tal el nombre del invitado) lo ve pedalear cuando empiezan a parpadear los focos. Obviamente le explica el invento y al otro día está instalando una bicicleta en el tercero B. Pasa un mes y el turco queda sin laburo, se pone a vender energía, tira cables para los cuatro pisis del monoblock. Le va tan bien que se cruza al gimnasio y les instala unos dínamos en las bicis fijas y les da unas chauchas por la energía. El inventor (que se llama Roberto) se entera y le para el carro, el invento era altruista, no para ganar plata. Roberto publica los planos en facebook y en un par de blogs. La bicicleta-usina se pone de moda. No falta el gil que reemplaza la bicicleta por un motor eléctrico. Hay otros que contratan a media docenas de pobres para abastecer el chalet. Aparecen científicos que aducen que el calentamiento global estaría aumentando producto del sudor humano ciclista. Llega un gringo, ofrece quinientos millones por la patente del invento. Roberto lo pone a pedalear rumbo norte. A los dos meses el gringo llega a Chihuahua donde es atropellado por un camión. La gente se vuelve más fibrosa, vive más, no se mueren. Hay sobrepoblación, sobredemanda energética, sobreproducción de sudor. Los grupos de obesos independentistas intentan un golpe de estado pero la mitad sufre infartos y la otra desiste al pasar por un local de pollo con papas.

A Antonio Clement (http://erenovable.com/2008/08/28/inventan-bicicleta-que-genera-energa/)



y al Pocho Lepratti y sus exquisitas pizzas con queso fundido de 2 pesos el kilo.

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